¿PARA CUÁNDO LAS PERSONAS?
Año tras año, el calendario se llena de efemérides reivindicativas de los derechos “colectivizados”, parciales o de sectores concretos de la Sociedad, generalmente envueltos de la propaganda ideológica y partidista que todo lo pervierte, corrompe y manipula en función de los intereses creados.
El caso es que entre las manifestaciones y reivindicaciones en función del sexo, las condenas de la violencia dependiendo de quien sea la víctima y las comparsas en favor del orgullo que supuestamente hay que tener en función de la orientación sexual, así como las reivindicaciones territoriales en función del idioma o de batallitas de otra época, no hacemos otra cosa que vivir en un permanente ambiente de hostilidad contra todo.
Me pregunto, qué pasaría sin en lugar de vivir en una constante tensión reivindicativa de todo, por todo y contra todo, para luego terminar votando a los mandatarios de turno de siempre, dejarámos al fin de etiquetarlo todo, de generar guetos o sectores sociales y empezarámos de una vez por todas a apostar simple y llanamente por los “Derechos de las personas” reconociéndonos verdaderamente iguales en nuestra condición humana, sin guettos, etiquetas, ni ideologías.
En el idealismo que nos caracteriza a los poetas, yo sí apuesto por una sociedad libre de la hostilidad permentante, reivindicando todo y contra todo un día sí y otro también. Apuesto por una Sociedad donde poder opinar en libertad sin la agitación constante de posicionamientos ideológicos totalitarios que no admiten la menor discrepancia.
Mientras tanto parte de la sociedad seguirá inmersa en la hostilidad reivindicativa y manifestandose por los derechos de según quien, contra la violencia según hacia quien y por la libertad de opinión según de quien. Pero yo, desde mi visión idealista me seguiré preguntando ¿Y para cuándo las personas?
10/03/2023 © Albert Hidalgo
LUCES DE ESPERANZA
LUCES DE ESPERANZA Para que no se apaguen las luces de tantas personas que han perdido sus medios de vida y el sustento de sus familias, o los que alcanzan y rebasan el umbral de la pobreza, de tantos pequeños negocios que cierran después de haberse dejado el alma y la vida en ellos, o de una sanidad pública que agoniza y que ha perdido ya la plena capacidad de atendernos como merecemos y que se encuentra en un estado de coma, que podría volverse irreversible cuando las cotizaciones no lleguen para pagar al personal sanitario. Por todo eso apuesto por la esperanza y digo sí a la Navidad. Para que no se apaguen las luces de una generación de jóvenes que más allá de privarles de sus hábitos sociales propios de una edad que no volverán a tener cuando todo esto pase, se enfrentan a una formación absolutamente mermada por confinamientos y cuarentenas, en detrimento de una profesionalidad que podría acabar derivando en una insuficiente base para afrontar su futuro. Por todos y cada uno de el...
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